En
todos los pliegues de la piel
se
me amontonan defectos.
Mi
pasado es un parsimonioso lastre
que,
con miedo, se arriesga al olvido.
Me
joden esos rechazos a todo
lo
que nunca he intentado, ni intentaré.
Me
defiendo de mal educados amores
que
quieren saciar sedes que no tengo.
Mi
mente arruina ilusiones y manías
con
aceleradas dosis de presente,
que lentas, suaves y precavidas,
me depositan en la marisma agreste
de
la última oportunidad de tu presencia.
Obviamente,
no soy perfecto.
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