jueves, 15 de enero de 2015

Humedal de rocío


Apenas si sobresalía
la estrella del ocaso
sobre el muro vecino.
Quejumbrosa, la noche
almacenaba silencios
en el mar del tiempo.
Un humedal de rocío
pintaba  su acuarela
desmigando naderías.
Sones de hojas secas,
ajadas vidas marchitas,
mecían runas simples
sobre el oscuro jardín.
Esa placidez de otoño
a la niña de la luna,
le inspiraba deseos
con latidos efímeros.
Una telaraña aciaga
tejía un sopor nuevo
en su paisaje de amor.

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