jueves, 26 de abril de 2018

Cautivo

En mi lecho, los ojos va cerrando la luna.
Un velo traslúcido, de orilla a orilla, marca
los exactos declives del vacío de tu cuerpo.
Amotinada en torno de un solo pensamiento,
vestida de púrpura, inquieta, la espera ardiente
se debate, y clama sin par en la onda de sus plumas.
Se torna lívida mi alma y desgarra su envoltura.
Imploro, en el sueño, un regreso mil veces negado.
En sombras dolorido, mi cuerpo es sueño ardiente.
Inútilmente destroza tu nombre mi garganta
y allí me sé cautivo de un dolor desamparado.



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