Se arrojan los cuerpos en la noche interrumpida,
el hueco de la mano y un cuerpo ávido de caricias,
se encuentran.
La belleza corroe lentamente la revelación de las formas,
de la intensidad imprevista nace lo que nunca se vive,
el secreto inmortal.
Dedos noctámbulos se detienen en la inmovilidad de tus ojos.
El amor es un pasatiempo vertiginoso, una forma de la
maduración,
pequeña muerte dulce.
Con tus dientes mordiendo, con paso tranquilo, la hecatombe
de la lujuria,
el amante negro sube su oscuro deseo, ardientes de la carne
las
manos se sumergen.
El sudor de los crujidos devora ferozmente tu riqueza
nocturna,
se abren los muslos temerosos allí, donde se acumulan los
murmullos
y oculta su escama de frío.
Fábulas interminables presidiendo el incendio de los gestos,
las mejillas descansan junto al más íntimo santuario.
Tinieblas de lujuria.
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