El último perro de las musas,
limpiamente blanqueado el hueso,
viéndome humano hasta el final,
me abandonó a amorosa distancia,
y meneando el rabo, olfato en alto,
partió a la conquista de otro ingenuo.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
Esto es de lo mejor que he leído, cuánto ingenio!
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