La sábana me da los buenos días
enrollada
entre mis piernas.
Un
libro, equilibrando sobre una taza,
despereza
sus hojas, apático,
soportando
el monótono ronroneo
de un
despertador que atrasa.
Se
descorren telarañas de mis ojos
retrocediendo
ante los fulgores
de mariposas
conque el sol transita
su
rutina de proletario asalariado.
Mutilado
el descanso, desperezo mis huesos
y me
someto al cuchillero frio del agua.
Al
rato, con la estupidez ya despierta,
bebo
café mientras la antigua neurona
estornuda
las tareas que esperan.
La
prisa, chorreando vocales, me lleva a la esquina.
Compro
jazmines y comienzo mi día.
Palabras que flotan en el ambiente poético y caen en una taza de café tapada por un libro abierto. Elsa
ResponderEliminar