Las despedidas
tienen,
como las golosinas,
esas
raras sensaciones
de ser
amargas y dulces.
Acidas, por
ese final
De todo lo
grato vivido.
Alguno
de esos días,
de
los más hermosos,
cuando en la
tarde
cultive
nuevas alegrías,
tal
vez muchas más
de lo que a
diario hago,
extrañaré
tantas noches
de piel
suave y temblor,
o esas otras
utopías
de dos en la
siesta
a merced de
la vida.
Rara cultura
feriante,
que mantiene
ausente
el arte del
pensar.
Solo sentir
y vivir,
hasta que
llegue el tiempo
de eso, que
ya sabíamos,
antes de la
despedida.
Dulce nostalgia....lo sigo.
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