No era
dueña de una boca carmesí,
obscenamente
roja. Ni sus ojos
opacaban
la luz del sol en el amanecer.
Su
cuerpo era normal, tan solo de mujer,
carne
y piel humana envolviendo
la
ternura y la paz de un abierto corazón.
Su voz
tenía algo del sonido del mar,
suave
como alguien que llora muy despacio.
Su
andar, una impostergable ceremonia
de
caminar siempre a ninguna parte,
saludando
lo invisible con torpe caricia.
Mezclaba
sueños explicados al silencio
de un
amor, uno solo y siempre el mismo.
En un
tiempo tuvo alas, luego no tuvieron importancia.
Una noche
de presagios se precipitó
en la
tormenta de seguir viviendo su historia,
se
acurrucó en el cosquilleo filosófico de un cigarrillo
y
partió en la búsqueda de su estación definitiva,
dejándonos
en la certeza de ser solo aves de paso.
"...solo aves de paso" solo eso somos en esta efímera vida que cargamos, un día tenemos alas y otro desalados, somos pedestres y tristes humanos cargando el peso de la vida
ResponderEliminarun abrazo, que bueno volver a leerte