viernes, 17 de julio de 2020

Julio

Julio tiene amaneceres burlonamente grises,

un frío que se mete por los pies descalzos,

y rocíos y goteos meditabundos, apenados.

En ocasiones coquetea el ruido del viento

filtrándose como una evocación aplastada.

Hay en julio un balbuceo de hojas temblando,

como un crepitante útero ausente de flores.

Sorprende con estrellas a las ocho de la mañana

y te atrapa con blanca luna a las seis de la tarde.

No es un mes para andarse quieto ni desnudo.

Por distraerse, a veces, julio suele ser tibio,

engañosamente lúcido y sereno, de color ámbar,

como queriendo desprenderse de la tradición

de ser un mes en que nada llega a reverdecer.




Ilustración: s/n - Mayra Alejandra Otero


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