sábado, 16 de abril de 2011

Gripe



La puta con esta gripe
que no avanza ni cede.
Me tiene atrapado
con tos y afiebrado,
no me deja trabajar
y me pone a tiritar.
Necesito de un calor,
de un abrazo acogedor,
o de un te bien caliente
que me despeje la frente.
Pero si me dan a escoger
para curar mi padecer
elegiría meterme al lecho
y cobijarme en tu pecho.
Ponerme allí a sudar
y con mis males acabar.
Tu evitas contagiarte
y optas por alejarte.
Es en esta lejanía
que empeora mi afonía.
En una semana cura
el médico me augura,
ese es un tiempo eterno
si contigo no duermo.
Quisiera ya curarme
para contigo guardarme.
No avanza ni retrocede
parece que es adrede
lo de esta gripe mía.


1 comentario:

  1. Velada amarilla

    Estás lejos y con frío.
    Se que debo saltar lomadas,
    arroyos imaginarios
    para acercarme a tí.
    Inicio un ritual
    de velas amarillas
    para darte calor.

    Hoy está gélido
    en Buenos Aires,
    más frío aún
    en nuestras almas.
    Por eso preparo un té
    de manzanilla y miel
    para calentar
    tu desazón.
    Está muy dulce
    y pasea por mi boca.
    Líquido suave
    que aquieta
    el desencanto.

    No puedo saber
    hasta cuándo
    durará la calidez
    entre mis dedos
    pero deseo
    que nunca termine
    este aroma
    de panales.

    Las velas
    y las llamas
    se consumen lentamente.
    Tengo frío.
    Necesito agregar
    más leños
    en la hoguera.

    Yo se que los dioses
    no quieren
    vernos helados.
    Me pongo un mantón
    sobre los hombros
    para cobijar
    mi temblor.

    Y las luces titilantes
    dibujan figuras
    en el techo.
    Son indescifrados
    mensajes.
    ¿Los adivinas?...
    No importa,
    son señales
    de que el tiempo
    nos sigue traspasando.

    Al fin me siento
    abrigada.
    Las ilusiones
    vinieron hasta mí.
    Soñé que con mi fragor,
    miles de pétalos
    de violetas
    te llegaron.

    El morado
    se transformó
    en púrpura,
    el gris en verde mar.
    Tu soledad
    se hizo brisa tibia,
    tu agosto, enero,
    tu silencio, canto.


    Pensé,
    nuevamente pensé
    que en el invierno,
    llegó una porción
    de primavera.
    Por eso
    soñé que la lluvia
    era un manojo
    de espigas amarillas,
    de cosechas pródigas
    en nuestras manos.


    ANY CARMONA

    ResponderEliminar