¿Recuerdas esa calle?
esa, la que se inclinaba
lentamente hacia el mar,
la que bordeaba casitas
escondidas tras ligustrinas,
la que un día trepamos
indolentes y soñadores,
y en la que, por primera vez,
te tome de la mano,
y rechazaste mi intento
de callar tus
palabras
apuntando hacia el do
que dibujaban tus labios.
Hoy he vuelto a caminarla
en un resplandor azul.
El mar sigue mirando
la pendiente de la calle
que sube, ahora más yerma,
sin ligustrinas, sin tus labios
y sin mi mano en tu mano.
Solo algo permanece igual,
el deseo que habita en mi boca.
Siempre es bueno volver y revivir los recuerdos, son un aporte, aunque nostálgicos, al saber que estamos vivos.
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