Nosotros y la penumbra
en el aire de la mañana.
Tu desnudo color de mujer
cobijando mi cálido prado,
en el humo perenne y tenue
de fatigas recién transitadas.
Rincones de nuestros cuerpos
tienen nombres, y
con ternura
los deletreamos gozosos
cual enigmáticos acordes
de nocturnos aguaceros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario