Tu
cuerpo, ese campo de batalla
donde
me alojo en pedacitos,
ocupando
los espacios absolutos
y
hurgando en los sitios más secretos,
es mi
propia cárcel y mi paraíso.
En él
se apacigua la ira pequeña
y
emergen los amores de la piel.
Me
protege de mis soledades últimas
y me
conmueve, simple y primitivo,
en sus
sitios de ternuras y llantos,
en su azúcar
y aromas caben mis sueños.
A esta
edad, aún me pierden sus contornos
y
cobran vuelo las alas de la vida.
Excelente combinación de letras en perfecta dualidad de ambientes.
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