Enero sigue andando,
cuajando el contorno
con típico sofoco estival.
Como un caracol ermitaño
me dejo estar en las horas,
sin complicar las cosas.
Finjo estar acostumbrado
a trabajar haciendo nada,
esperando las alucinaciones tibias
que llegan con los días lluviosos.
De sol a sol, de continuo,
solo sueños candentes.
Y enero sigue andando.
Ya no quedan más bártulos
mentales que estén en peligro,
un bufón los hizo florecer
en tonos violetas y azules.
En un prado verde se guardan
vestigios de una rosa morada.
Verde. Un fragmento de vida.
Estos serán días con suerte.
Tres años después te pertenezco
en esta ola urbana y febril
sobre la que vagabundeo.
Mientras… enero sigue andando.
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