En la brisa de tu cadera,
a veces me inventaba
pequeñas mentiras banales
de mi hambre de ti.
Me gustaba extrañarte,
de vez en cuando.
Frágil reliquia de las noches,
inexorable fantasía.
Recibir la visita incierta
de la melancolía,
con ese ritmo artificial
de música atroz.
Visita mentirosa por cierto,
que fatal, venía
rebasando de tus manos.
La ausencia,
ese vacío bosque blanco,
se esfumaba
cuando a tu lado te extrañaba.
Pero placía hacerlo,
al manso cobijo de tu cadera.
Allí yo era.
la ausencia, ese vacío bosque blanco...
ResponderEliminarqué hermosa imagen
un abrazo