Yo, y el solo que esta en el patio,
solemos volver a nacer
con un cigarro y una taza de café.
Doble vida de viejos lenguaraces,
que preludian su propio infarto
desde la perspectiva de lo ajeno.
Se roban en silencio el toxico letargo,
y lo convierten en verdad.
Un poema reflexivo,, fuerte y real
ResponderEliminarAbrazos..