lunes, 22 de diciembre de 2014

Gotas ajenas

Vendrá un despertarte aletargada,
de somnolencias indeterminadas.
Puede que aún no estés despierta
cuando de tu cuerpo desnudo nazca
un vaho que encierre cierto sabor
a otro cuerpo y noches estrelladas,
con gotas ajenas, rociando tu piel.
No recordaras haberte adormecido
sobre esa brazo que ciñe tu cintura,
pero si la realidad de esas manos
dibujando melodías en tu espalda.
Estiraras tu pierna, solo para rozar
esa ajena, que se pega a tu cadera.
Hurgaras el lecho hasta encontrarte
con que ya no hay vacantes en él,
y que ese perfume que te va turbando,
te hace vibrar de tu recato traicionera,
con toques de miel, cayena y abedules.
Dejaras que el deseo cale, incesante,
nuevamente en la bahía de tus muslos,
 despertando el salvajismo apasionado
que no puede sosegar ni mil palabras,
sino solo el acto de amor haciéndose.

No hay comentarios:

Publicar un comentario