Trovador de verdades, ensaya el tiempo su teoría de
sirgas.
De vez en cuando, en este vivir para poder seguir
viviendo,
necesitamos de un lapso muerto, arrumbando los trastes,
como oficiando de artistas del escape tras la salud
corporal.
Nos encandila la voz encantadora de un contenernos y
cedemos
a sus arrullos casi sin darnos cuenta, holgando de la
tauromaquia
del quehacer cotidiano y sus fantasmas del lograr lo que
se desea.
Al cabo, reposados de presentes y pasados, apuntamos al
futuro
con perseverancia, para lograr el destino divino de
seguir viviendo.
Y es allí, cuando, renovados, en letras nos regresamos.
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