Imagínate en el día más lluvioso del año,
tu mano extendida hasta perderse
mas allá de los contornos de la libertad,
lámparas cumpliendo con los ritos,
minúsculos y temerosos, de la penumbra.
Desenlazadas las cadenas de lo prohibido
y tu piel, llegando al cenit de lo posible
hasta alcanzar esa pereza transitoria
que une a dos perfectos desconocidos
lejos de los híbridos oráculos de las dudas.
Imagínate, nada más. Y si quieres, deséalo.
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