Tibia, superficial y golosa, tu lengua
conmueve, en un
viaje en lo oscuro,
la quimera emocional de lo profundo.
Eriza con un extraño regalo de espinas,
ofreciendo un paraíso más allá del cielo.
Despierta un río de savias subterráneas
que sofoca, en su apetencia de libertad,
los atávicos pulsos que la anatomía dicta.
Pincel de soñados actos, plasma maravillas
en el lienzo que vive y late debajo de la piel,
conmoviendo esa normalidad que se agota
en un vano esfuerzo por mantener la calma,
celando impulsos que van retoñando a su paso,
queriendo solo agotarse en un último sorbo,
que con esfuerzo se posterga, para así,
poder gozar el desenfreno del último beso.
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