Existe gente que camina con pasos pesados,
atada en la rutina de sus trabajos de hormiga.
Hincados de pie, recorren caminos y caminos.
Ellos no tienen cielos azulinos ni cielos oscuros,
ni gozan de la libertad de pensar en un cielo.
Son los olvidables pulmones de la desventura,
apagados en vida de tanto injusto deambular.
Los ignoran los que están arriba y los de abajo.
Son como la nada errando en círculos o espirales,
carecen de la intrínseca conciencia de sus espinas,
boyan cual autómatas
a la deriva de la sinrazón,
sin tener conciencia de su indignante sumisión.
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