La niña y el viejo árbol,
la flor y el jardín desolado,
las espirales y los laberintos,
el terreno y las estrellas,
mi vecina y los pintores,
siempre hubieran quedado allí,
perdidos, bajo cielos mostaza
después de la tormenta,
recostados sobre el muro,
pisando un verde ceniza,
manteniéndose fuera de la piel,
estando a un paso del vacío,
como una la historia de nada,
si no fuera porque un simple día,
di de baja el efecto distancia
para ir rescatando inocencias.
En definitiva, ahora, todos
somos mucho más que nada.
otro de tus tantos poemas, que cuando lo leo siento que soy yo, asi, tal cual
ResponderEliminaraunque a veces me sienta mucho menos que nada
creo q te dije que me llega al alma tu modo de escribir
un abrazo :)