En el centro de tu impostergable cercanía,
si pudiera nuevamente agitarte con el viento,
cada tanto repasaría mi inventario de heridas.
Sólo como una pequeña provocación y nada más,
para extraer de tus arrepentimientos nocturnos,
ese sudor inexplicable que brota en colores,
desde los secretos nunca del todo descubiertos
que escondes en ese rincón que cambió mi vida.
Tal vez mañana me decida de una vez y lo haga.
Intentare seguir la última función de tus manos,
esclavas del deseo crepuscular que bien vives,
cuando la pequeña hecatombe de tus afanes,
emitiendo falsas blasfemias, juega con mi ilusión,
sanando miedos, frente al extraño espejo
que muestra hechos objetivamente ficticios.
Lo que no veo, pero intento pensar al mirarte,
es si despliegas alas en el frenesí de tu sed.
Sed de mí, quiero decir, o son tus espectros alucinados
los que guardan para el final, las cosas especiales
que me hunden en el espacio vital de tu interior.
Eso… eso es una aventura que mañana sabré.
Ilustración: "Frenesí" - Joan Pinardell
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