Cual tierra de nadie,
la indómita naturaleza
matiza, tu forma de ser.
Ese estado de gracia
que, como campo de flores,
estalla en fuegos de verano
oliendo a uvas y gardenias.
Anhelo llegar al umbral
y oportuno, ingresar en ti
más allá de las pupilas,
donde por siempre el tiempo,
ya no puede detenerse,
y en aquel lugar, cultivar la rosa
del principio, entre bardas,
espejismos y fantasías,
deseando que mañana
se derrame, como otro día igual.
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