domingo, 14 de junio de 2015

Seres singulares


Mi perro y yo somos seres singulares.
Él porque es esquivo y tiene un amor lunar,
yo, porque guardo gotitas de lluvia
para comenzar a transitar senderos de plástico,
mientras en la montura de un delicado corcel
galopa un amor que no fue.
Mi perro decide homenajes a los árboles de la plaza,
y huele cachorras suponiendo una esperanza,
mientras yo, semejante ingenuo, sonrío
a prostibularias palomas paganas.
Los dos solemos viajar de incógnito a través de la memoria.
El con un hueso de primera clase,
yo como parásito de un buen libro.
Compartimos la misma carne de la contemplación
y bebemos austeridad del mismo cuenco.
Mi perro volverá un día cualquiera,
cansado de sufrir por nada.
Yo seguiré hablando en serio sobre las sonrisas,
Mientras en secreto nos devolveremos
las viejas ausencias insatisfechas.

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