sábado, 20 de junio de 2015

Un fragmento para las diez y diez

Distante, el río suena acorralado
por la indecencia de un eclipse.
Un día de guerra en el año de la cabra
parece disipar el tiempo.
Llueven paradojas verbales
En tanto la niña juega con un panda desteñido.
Exhibe su castidad una mujer bajo el reloj,
mientras las horas marcan un fragmento para las diez y diez.
Ella ya no ama y él toma té.
La siesta de un domingo por la tarde, adormece
la condición de las multitudes,
 cuando los afectos hacen travesuras en la plaza.
La ciudad de recuerdos infantiles
creció rondando en la desesperanza.
Bajo el terciopelo, la verdad es una chiquilla ingenua.


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