lunes, 30 de mayo de 2016

Acecho

Como si existiera un cordón umbilical
un tropel de hombres marrones
danzan al acecho de aquella
que los expulsa para siempre de su cercanía.
Ella intenta marchar como una señorita
y su andar intimida a los hombres marrones
que no logran alcanzarla.
Ya no los quiero. No. Les grita.
A más de uno algo se le olvida, tal vez  su alma oscura
o ese colador que tienen bajo del pescuezo
al que llaman corazón. Si lo llaman.
Como quisieran tener más brazos y más piernas
para alcanzar a la que se les escapa,
pero solo tienen una certeza,
la juventud definitivamente se está marchando.


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