sábado, 7 de mayo de 2011

Cenó en casa

Ya no venías a conseguir sueños verdes.
Te perdías en la galaxia del espejo,
empapada por lucecitas y brillos.
Me llené de dudas como piedras
y de pastos de nostalgia.
Se iba tu danza y acopié lluvia
y muchas otras cosas.
Entonces pedí algo, solo algo, realidades.
El reloj, ese ladrón de mil sueños,
me señaló que era mi tarde y tu alborada.
Sonreí, en parte como un mentiroso final,
Y me dije, es la vida, un regalo.
Mastique mi paterna ansiedad
y comprendí tu idilio juvenil.
Ese día, tu novio, cenó en casa.


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