miércoles, 21 de septiembre de 2011

Quince minutos

Una tarde tranquila y sonrosada,
una mujer que no conocí ayer,
un violín vibrando para siempre,
hojas del tiempo reverdeciendo.
Todo podría ser un sueño
o una acuarela impresionista.
Tal vez así lo siento para siempre.
Junto cosas sin pensarlas:
del mar una caracola, una lágrima,
una carta sin escribir y la bruma,
la sombra siempre impúdica de un ciprés,
y quince minutos en el cielo de tus ojos.
Final y el comienzo de olvidos.
A veces necesito de estos soplos calmos,
para hacer del universo un punto
y poder dejar mi huella en tu camino.




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