domingo, 14 de junio de 2015

Almas cordiales

Ella tenía ojos verde mar
y contenía fragancias de mujer.
Sobreviviente retórico y exiliado
en el remolino de la vida,
él inundaba noches de insomnio.
Nunca se conocieron. O si.
En una agotadora contemplación de ausentes,
la vida al revés los eligió
para que naufragaran en el mar de la pena.
Él, borracho de infiernos, bailaba tangos.
Ella bordaba días inolvidables.
Un sentir añejo, común y corriente,
los enlazaba en frágiles prejuicios.
Los hubiera salvado el leve roce de una mirada,
o encontrarse al otro lado del reflejo,
pero los dioses estaban distraídos,
y sus alma cordiales
siguieron transitando solas.


1 comentario:

  1. Gracias, Sergio, por tan hermoso poema. De verdad que me llegó al alma. Un abrazo.

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