miércoles, 6 de enero de 2016

Torrero

Paseaba conversando con su sombra,
confesando secretos en la madrugada.
Imposible no hablar de amantes y cafés
o hacer un inventario de comparaciones.
Confrontaban uno que otro punto de vista,
se persuadían mutuamente de su sabiduría
y se hundían en la noche más negra
donde la interminable nada lo es todo.
El faro era solo un cuadro surrealista.


1 comentario:

  1. He leído varias veces este poema para poder ver el mensaje. Y una vez comprendido, lo veo perfecto. La sombra propia es compañera y cómplice de nuestro trajinar diario.

    ResponderEliminar