lunes, 9 de mayo de 2016

Ultima frontera


En esa estación nunca pasa el tren,
ni se escuchan las músicas cotidianas.
A vos te gustan los domingos lentos,
de horizontes interminables y lejanos,
con vientos nómadas peinando la vías
y esas nieblas adornando los durmientes
jugando entre la nada y la esperanza.
En esa estación nunca pasa el tren,
ni los sobrantes de algún ferrocarril
o la alegoría de un desvarío de acero
que rompa la infiel monotonía de confines
dibujados sobre el lánguido suelo.
Me pregunto si tus ojos llenos de andenes
alguna vez embalaron los escombros
viajeros de esas miradas calladas,
se despidieron del reseco álamo sin sombra,
fueron al terraplén de carcomida madera
y buscaron en la impronta del norte
el aviso viajero del camino de hierro.
Pero no. Hasta cuando esperabas esperando,
por esa estación nunca pasó el tren.
Nadie observa las telarañas de la melancolía
que se tejen en la penumbra de tu existencia,
el amor no habita en esa última frontera
que ve plegarse a tu cuerpo en amarga soltería.

1 comentario: