No es el tiempo el que plancha las arrugas,
ni teje un horizonte en blanco y negro.
Solo arrastra la piel, papeles que vuelan
y las hojas de los días que echan a volar.
Su paso tímido tracciona sin desobedecer,
¿dónde van sus pasos cuando se alejan?
Tal vez recorran campo traviesa, bosques,
soles, lluvias o desvencijados diarios de ayer.
No sé. Tampoco importa mucho. Ya fue.
El tiempo que se ha ido ya fue. Lo perdimos,
o tal vez lo hemos ganado en esas arrugas
que encontramos cara a cara en las mañanas,
como un algo contra lo que no se puede luchar.
¿Y para que hacerlo? Peor sería que el tiempo,
El tiempo y lo sucedido en ese tiempo siempre se encarga de dejar huellas. Buenas o malas...huellas son.
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