Tercas son sus manos aún en la ausencia.
La piel percibe el trazo incompleto que viaja
por este navío que, solitario, sangra nostalgias.
Como otros días, lo aterido y yerto cobra vida,
aun a través de la escarcha y las neblinas
que el tiempo deja como rastro de su paso.
Pero tus manos, ¡Ah! ¡tus manos! parece que
cansadas de no verme, derraman aromas
y armonía por ignotas y revueltas marejadas
que hasta mi llegan entre el azul de los sueños
y logran estremecer el contorno del cuerpo.
En algún momento el invierno encenderá su sonido,
pero tus manos seguirán allí, trayendo primaveras.
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