Sensitiva la mirada
se deshabita de pájaros nocturnos,
quimérica avanza
por dentro del inanimado silencio.
Crece con sordo sonido
el fruto de un confuso y nuevo día.
Sucede el desborde
de una luz, larga y difícil, que atropella
la divina pereza
que los cuerpos cobijan dentro del lecho.
Indiferente, terco,
entre las ramas de algún árbol despuntado,
ensaya su melodía
un zorzal untado con verdín
de cobre.
El cuarto se invade
de pensamientos ingenuamente sencillos,
milagro que perdura
hasta que el trasluz, entre curvo y recto, me regala
el desnudo de tu cuerpo
dibujando su silueta, abandonando la cama.
Ilustración: "Entre las ramas" - Beatriz Elorza
No hay comentarios:
Publicar un comentario