martes, 7 de mayo de 2019

Una y otra


Muchas veces la lluvia nada dice,
abandonada e ignorada se deja caer
en regalo de desidia e insolencia.
Terca, cae del cielo cual suaves pétalos,
nueva e inmortal persiste, obsesionada,
en ser eterna como el tiempo fugaz.
Ambiciona continuar desde siempre
y para un infinito siempre que acaba,
porque no es más durable que sus letras.
Otras veces, su caída se vuelve un diálogo,
las paredes la escuchan y repiquetean
la música de su persistente sonido.
Se cierran ventanas y se oculta el sol
tras el alboroto de esas tibias lentejuelas
que rompen la copa del silencio, sin mesura
atrona infatigable los techos y las cumbres,
martillando como una ruda verdad amarga,
avisando a quien la oye que la vida es larga.
Sus sonidos, mimos gastados, suspiros viejos,
tienen color de relámpago y ronquera de trueno.
Una y otra nos citan para el día siguiente,
a que se desamontonen las nubes de los ojos.

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