Paria
y viuda, hoy la ciudad
no
tiene flores ni colores.
Es
gris como pobre limosna,
desganadamente
taciturna.
Abrigada,
sumisa, por ausencias,
arrumbada
de amores viejos,
con
sus faldas de marquesinas
burlescamente
apagadas.
Sus
escenas son inmensos vacíos,
talentos
en serio desmayo.
Ni el más
misero y sucio gato
de
burdel inmundo la habita.
Ciudad
de arterias dormidas,
abandonada
como vieja buscona,
pálida
ceniza con su alma hueca.
Ciudad
de miedo y cuarentena,
de
encierros que anudan
una
larga existencia confusa,
donde
el mañana, apenas es
un triste
sobresalto o nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario