Olvidar no es sencillo.
Los
pájaros insurreccionan
verbos
del pretérito
y escriben
con aerosol
cartas
en las sábanas.
El
olvido es como chocolate,
su
gustillo persiste
aun
cuando no queda nada.
Nunca
pacta treguas
en su travesía
vertical,
mira
de soslayo y desaparece.
No se
puedo olvidar
al
olvido, siempre vuelve a pasar.
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