Yo he amado a quienes,
expulsadas
de la belleza,
exhalan
en la tarde
su
perversa hermosura.
He
logrado amarlas
en la
falda de un muro,
con su
fuego secreto
quemándome
la sangre,
espesa,
en su ingenua travesía,
rebalsando
los cálices
con alientos
que empujan
sin
trapecio ni red.
En
ellas he sucumbido
a la
rebelión de la lindeza.
Así, pausado y alargado,
regresé
al páramo imperfecto
de mis
propios laberintos,
cansado
de salir y entrar a la vida
con alaridos
de impotencia.
Ese ha
sido el cuerpo que ocupo,
abundante
y fugitivo,
en la
efímera hora de solo ser
apenas
breve bruma.
Amor y desamor presentes en el camino de la vida. Buenas noches. Feliz inicio de semana.
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