Un azul suburbano
despinta
la nostalgia de la tarde.
Desprendido
del tiempo,
el aliento
clandestino
de los
agujeros del alma,
languidece
sin tregua ni límites.
La
luna, recién asomando,
acuna
malabares por los adoquines.
Ahora
es apenas un domingo,
que columpia
sus horas
con un
desapego de no quedarse.
El
viento besa
espejismos
de espumas fugaces.
Huele
a canela y sándalo el aire,
y se
repliega en esos huecos imposibles
donde
nos seguimos viendo.
en la contra
vida del silencio.
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