Distorsiona
su nombre,
lo niega.
Aspira
su memoria
de ancestro
soñando
olores
y pájaros
que no
llega a ver.
Sus ojos,
amarrados
a lo perdido,
viajan
al miedo
de infancias
tristes.
A ese vino,
Lento, de esquina gris
que no
colma
las
grietas vacías de miel.
Tose
ronco
la
sombra de su impostura,
y espera
que el
día dilapide
la sobredosis
de
horas acumuladas.
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