Ella se paseaba leyendo lo imaginario,
esa beneficiosa fantasía de los
buenos.
Trance, lánguido y etéreo, seduciendo
con su fatal ensueño, todo lo enfrentado
a su esperanza, atizando un amor precoz.
Euforia calcinada que obliga a blasfemar.
Tengo
que admitir que esperaba algo más,
No
sé, campanas rindiéndome la carne,
dagas
escarbando las claves de la piel,
mecanismos
elevando un arco iris azul,
un
barco de papel sin llegar a naufragar.
No
se. Un algo que me fuera diferente,
Pero
no, solo encontré largas sombras
y
palabras yendo por un camino ajeno.
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