La escena ulterior bajó el telón.
se desordena lento el absurdo,
mudo y despojado de todo pudor.
Entre dos actos, como nunca antes,
el tiempo se cincela en el silencio.
Lo real es solo artilugio de lejanía.
Corrido el maquillaje y los afeites,
los rostros, solo intemperie infinita,
son
espera para siempre perdida.
Triste
soledad esa, la del virtuoso
que
en el escenario logra descollar,
y
en la opacidad que deja el aplauso
solo
se resulta inhóspito a sí mismo.
Como
nunca permeable a los vientos
y
los huecos que habitan los adentro.
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