lunes, 15 de diciembre de 2008

Dos horas despues de las doce de la noche


Grotesco el rito,
De decirse adios,
Dos horas antes,
De que termine el día,
Catorce pisos arriba
De una calle Corrientes,
Manchon de luces,
Oscurecida por el asfalto,
Ennegrecida por la noche.
Se nos olvidó la cena,
Ante tu voz amarga
Que llegaba lejana,
Sola y apagada,
Diciendome
Que se terminó,
Yendote,
Como esas sombras oscuras
Que en la terraza del teatro
Justo frente a nosotros,
Escapan furtivas
De la luz que irradia
La irresponsable marquesina.
Escucharte en silencio
Pedirme tiempo,
Para acomodar sentimientos,
Como si estos fueran libros,
O la ropa que nos quitamos
Para dejar colgada
En cualquier parte,
Y lo único que acomodamos
Son los cuerpos desnudos
Para una final entrega
Que no es entrega y no se,
Si será final.
Y ese acto triste, estúpido,
De amarnos como siempre,
Como si nunca existió
Ese adiós antes dicho.
Ese comenzar a amarnos
Como si fuera la primera vez,
O mejor aún, mucho mejor,
Como si fuera la única vez,
En un vano intento de pensar
Que no ha pasado nada,
Que amarnos cuando pasas
De un cumpleaños a otro
No es sinó un regalo mas,
Un sexuado feliz cumpleaños,
Que cambia el tradicional beso,
Por orgasmos repetidos.
Grotesco el rito,
De vestirse apresurados
Para culminar el irnos,
Cada uno del otro,
En una cena triste.
Ultima cena de dos
Apostoles del infortunio,
Del desencuentro,
del desamor .
con mi silencio hosco,
ostroso silencio,
escuchando de tus cortejos nuevos,
prontos a inaugurar,
despues del último vino,
amargo,
que nos despidió
en ese mantel de papel,
en esa noche de noviembre,
dos horas despues
de las doce de la noche
del día de tu cumpleaños.

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