domingo, 22 de mayo de 2011

Armonía revolucionaria



Exactamente un día después de la muerte
(figurada) de la injusticia sobre la tierra,
se sumaron al compromiso de rebeldía
las verdades póstumas y otras distancias.
Tan solo el silencio, incubando el cambio,
vociferaba: “no tengas miedo vamos a renacer”,
soy yo o nos estamos durmiendo, pregunté.
No hubo respuestas, allí no había nada,
solo una simple armonía revolucionaria.
Principiaron los tiempos de correos y esperas,
(pude tocar, feliz, la espera en tu cuerpo)
comenzaron a lloviznar pasados en la ciudad,
el “ábrete sésamo” de los cambios profundos
sucumbió ante el.... “déjate llevar” de la calle.
Seducidos por el calor del bastón de mando,
los cincuenta coleccionistas de la rebelión
prometen dejar el trono cuando haya paz,
y cuando se les explica que esta se alcanzó,
nos sacuden con un: “pero si recién es domingo
y falta tanto para otro día mas tranquilo”,
como vaticinio de toda insurrección de soledades,
se auto convencen de las relaciones peligrosas
que se podrían desatar si no pueden gobernar.
Y vuelta a la noria los todos, a desalojar
de la historia a esos que la iban a cambiar.
El asunto es que el poder trae la metamorfosis
que trastoca los años de justa revuelta
en una lección de nunca acabar.

Ilustración: "Partida de los Voluntarios - Los Nubios" - Francois Rude

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