Caballero
nocturno en éxtasis,
bebe el
sabor de lo prohibido
en el rocío que arrancó ese viento
de la niebla
que cubrió tu pelo.
Reflejos en
la pálida oscuridad
donde,
perpetuo, canta el mar.
Transparencia
ofreciendo besos
mojados por
el fuego ausente,
una
pincelada cuasi perfecta
de amantes bajo
las estrellas.
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