es
un noviciado platónico
que
deja las alas de mi deseo
justificando
los desajustes
en
el umbral de tu ausencia.
Acompáñame en el humo
de
una noche solitaria,
en
el
olivar de mis pecados,
viviendo
de tus sombras,
en
lo
ausente y lo presente
del
reflejo inocente y lerdo
de
despertares no deseados.
Viajero
de recuerdos vivos.
que,
a veces, arrumbo solitario
en esos cuerpos capturados
en
el fantasma de la lluvia
con
que mi niño interior te extraña.
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