Amor frágil en la piel del alma,
remolino
de fuego y voces bajas.
Nadie
que haya sufrido el recuerdo
de
esos momentos distraídos,
en
los que se tortura el cerebro,
nunca
podrá decir que no ha sido
un hundimiento agonizante,
hacia
abajo, a millones de millas
dentro
del pecho amplio y dolorido.
Convención
clásica y pastoral,
de
inmortales y fatigosos amores,
que,
como campanas de iglesias,
aturden
y despiertan dulces historias,
en
las que el ensueño emociona,
y la
duda abofetea cada instante.
Campanas...que asemejan los latidos de un corazón....Cariños.
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