En homenaje a la irrealidad, volví transitando
nuevos amores infinitos, como déspota adolescente,
como niebla de domingo en el océano de una plaza.
Rescatado una vez, o dos, tres y
muchas veces más,
probando el morbo de la lujuria en el lecho de ese hotel
que lava, agua llovida, todo lo que le has hecho
al pasado de ese payaso triste que habita la soledad
de los infinitos cuartos demolidos en mi cabeza.
Volví y me encontré con un tiempo alterno,
trozos de otros troncos, supervivencia de vodevil,
oración a oscuras, inútil reflexión surreal.
El cielo norteafricano me hace recordar el surrealismo de algunas maneras de vivir. Escápate algún día y podremos degustar la realidad de un tallin, pastela, couscous...el cielo azul intenso. No hay otro reloj que las ganas de vivir.
ResponderEliminarUn saludo