En
la fácil comodidad
del
que únicamente
llega
desde lejos,
sin
ver alto y ni claro,
que
no recuerda
porque
partió un día,
alzó
vuelo y aquí está,
fijado
en la tierra,
como
un mal perro.
Dado
por vencido,
ante
la eternidad
de
un imposible peor.
Quiso salir de la ropa
amarilla
del destino,
abrir
la ventana
en
cuatro letras
y encontró
la luna
en
unos ojos yerma,
algo
así como la crónica
de
un don nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario